jueves, 15 de enero de 2009

DESAFORTUNADAS REFLEXIONES DE JOSÉ LUIS MARTÍNEZ (RFEA)

Recientemente me ha llegado, en mi condición de entrenador de atletismo, un CD con contenido divulgativo. Pues bien, entre los contenidos, aparece uno que rápidamente llama mi atención: "La fuerza. Reflexiones por José Luis Martínez". Lo abro y, de la perplejidad inicial he pasado rápidamente a la indignación pues, este señor, una persona reputada en la Federación, ha aprovechado un foro público para realizar un ataque ¡ a la ciencia del deporte ! con muchos argumentos que son totalmente falaces.

Lo que no debería pasar nunca, en mi opinión, es que se permita que determinadas personas, aprovechando su posición de poder, despotriquen de algo serio con ánimo capcioso (por motivos probablemente de origen personal) y con total inmunidad. ¡Por lo menos que alguién reputado en ciencia estuviese allí para contestarle! Ya aviso que no debería ser yo.

Algo serio como es la ciencia, según D. José Luis, no vale para nada ante la experiencia en el deporte. Pero iré por partes, aunque no me merece perder mucho el tiempo ya que creo que, en el orígen de los ataques de D. José Luis está una clara limitación intelectual para entender determinados conceptos ya que, según la psicología (una ciencia), el ser humano tiende a negar lo que le resulta incómodo para la razón.

En sus diapositivas (sin narración en el material recibido), empieza con unas gráficas sobre periodización del entrenamiento; después sigue sobre una crítica, en la que estoy de acuerdo, sobre lo desafortunado de las traducciones en los materiales técnicos en el deporte; y acaba aprovechando el "mito de la caverna" para despotricar sin orden ni sentido, aprovechando una cita de una revista de entrenamiento que afirma que las zonas de entrenamiento de la denominada "fuerza rápida" y los de la "potencia" se superponen y, por lo tanto, no se deberían considerar dos métodos diferentes. Es con esto último que aprovecha la aparente incongruencia para ridiculizar a la ciencia y acaba refiriéndose a los científicos como si fueran charlatanes y, claro, yo en mi condición de científico del deporte, no puedo quedarme callado.

No voy a negar el talento y el ingenio de cualquiera (por muy falto de formación académica que esté) para buscar y aplicar soluciones originales y eficaces a la metodología del entrenamiento, pero estos "artesanos del entrenamiento" (como él los llama) no tienen porque llevarse mal con el conocimiento científico. Todo lo contrario, están abocados a llevarse bien porque deberían de colaborar mano a mano para solucionar los problemas en el campo. El "artesano" conoce el día a día y el científico conoce el método para estudiarlo e intentar explicarlo sin caer en el dogmatismo. Ninguno es mejor que otro aunque, lamentablemente, hay gente que busca el conflicto continuamente.

Es lamentable que alguien que lee textos "técnicos" piense que lee ciencia. Lo que lee, en la mayoría de los casos, es conocimiento divulgativo. Los artículos científicos se publican en revistas que nada tienen que ver con las que lee D. José Luis. Me explico. El sistema de publicación científico exige una revisión por pares ("peer review") de otros colegas que sugieren al editor la publicación o no de un trabajo que debe seguir rigurosamente la metodología científica. Las palabras raras a las que se refiere D. José Luis no son para hacerse el interesante, se llaman jerga y, como en cualquier profesión (mecánico, juez, bombero, etc.), son específicas del ámbito de trabajo. Que D. José Luis diga que son palabrería cuando realmente él no las entiende o tenga problemas serios para integrarlas adecuadamente, indica su falta de humildad.

Para acabar, me gustaría aclarar que la cita de Einstein que dice que "la teoría termina siempre por ser asesinada por la práctica" significa que las teorías (constructos conceptuales expresables matemáticamente) aspiran a explicar el mayor número de casos posibles hasta que en la práctica encontramos las excepciones que deben motivar el reelaborar la teoría o buscar una alternativa.

Me parece que con esto he cavado mi tumba federativa...

¡Feliz año!