martes, 25 de mayo de 2010

¿Sirven para algo los test?

Obviamente sí, aunque con matizaciones. Un test puede servir, en general, para medir una cualidad que puede ser específica o general desde el punto de vista de los objetivos del opositor y de los requerimientos de la plaza a la que se presenta. En este sentido, los tests específicos son los más útiles ya que aportan la mejor información para ubicar los progresos del opositor hacia las exigencias de las pruebas físicas requeridas. Por otro lado, los tests generales nos suelen dar una idea del nivel adquirido en aquellas capacidades que sustentan el rendimiento más específico. En todo caso, ambos tipos de tests son complementarios en cuanto que el diagnóstico será más preciso si sabemos exactamente por qué se ha producido la mejora o el empeoramiento, según corresponda.

Un aspecto controvertido de los tests se refiere a su valor real para programar los entrenamientos. Es muy común el emplear los valores obtenidos en las pruebas de fuerza, por ejemplo, para diseñar las cargas de trabajo. Así, en general, se suele prescribir el entrenamiento a partir del % dado de una carga máxima medida o estimada. El error de este enfoque está en la gran variabilidad que el rendimiento puede presentar día a día por la influencia de muy diversos factores. Así, es bastante común que el rendimiento en un test varíe enormemente en sólo una semana (cuando no en unos pocos días) sin haber entrenado específicamente. Por lo tanto, si se ha diseñado la carga a partir del rendimiento en un día determinado, es fácil que unos días el opositor entrene por debajo o por encima de lo deseado sólo por las fluctuaciones naturales en esa capacidad a lo largo del tiempo.

La solución a este problema está en conocer los factores que influyen en estas fluctuaciones, además de tener claras las capacidades a desarrollar según la carga de trabajo programada. De este modo, el entrenador podrá tomar decisiones en el día a día para adecuar la carga de entrenamiento al estado real del opositor, favoreciendo así una adaptación apropiada del organismo según sus potencialidades y limitaciones.

Por lo tanto, desde esta perspectiva, está claro que el valor real de los tests para programar las cargas de trabajo es más bien escaso y su empleo tendrá una finalidad más relacionada al control de las adaptaciones biológicas y al desarrollo de la capacidad agonística de los opositores.