jueves, 8 de mayo de 2008

Test

Los test han de ser válidos. Es decir, que la información que nos aporten sea la que estamos buscando. Como se dice desde siempre, un test ha de medir lo que dice medir.

Para que esto sea cierto, tienen que cumplirse una serie de condiciones. La primera tiene que ver con la validez en sí misma. Esto significa que el test ha de ser lo más específio posible. De nada me vale medir la fuerza explosiva de las piernas con un lanzamiento si lo que me piden en la oposición es un salto. Sobre esto, el test ha de ser o la propia prueba o alguna que se le parezca todo lo posible.

La otra condición tiene que ver con la fiabilidad. Esto se refiere a que el mismo test, independientemente de las condiciones que le rodean, ha de ser consistente, estable. Me explico. La forma en que se realiza o explica, quién lo valora, el material o las condiciones ambientales (temperatura, humedad, etc.), son factores a tener en cuenta, pero lo más importante es que el opositor a valorar conozca y esté familiarizado con el test. En caso contrario, lo único que mediríamos entre intentos es su capacidad de aprendizaje de la prueba.

Es muy frecuente que, por no estandarizar las condiciones de medición, muchas veces se interprete mal la información que los tests nos proporcionan. Por lo menos, que no os pase como en aquel gimnasio en que los discos pesaban menos de lo que marcaban y todos los que allí entrenaban "eran unos fenómenos".