sábado, 16 de agosto de 2008

Pseudoprofesionales

En el ámbito del deporte y la actividad física existen un maremagnum de titulaciones, funciones y competencias que, ante lo rápido del crecimiento de este sector en este país, han propiciado la confusión generalizada y una atribución de roles distorsionada por parte del usuario, ante la gran gama de servicios y posibilidades existentes.

No es el caso de la enseñanza reglada en los diferentes niveles educativos, aunque ya escuché, por ejemplo en varias ocasiones, que los Diplomados en Educación Física (que están habilitados para dar clase a los niños en educación primaria) son equivalentes a los Licenciados en CC. del Deporte y la Actividad Física, como algunos de ellos, vilmente o por estulticia, manifiestan interesadamente. Si existe esto entre colegas o familias profesionales, no voy a hablar entonces de los fisioterapeutas que también pueden diagnosticar enfermedades, prescribir medicamentos e incluso entrenar a gente.

Respecto del resto de los ámbitos ajenos a la docencia, la cultura popular ha hecho las mismas atribuciones falaces que, por ejemplo, se pueden encontrar en cualquier sector profesional en nuestro país, lo que me hace sospechar que es más una cuestión de cultura. Me refiero a que aquí, por ejemplo, tienen el mismo criterio y competencias un curandero, un fisioterapeuta y un médico. Visto esto, no me extraño de lo que pasa en el mundo del deporte y la actividad física.

Siendo autocríticos, también es posible detectar algunos factores causantes de este caos en los propios titulados y profesionales. Como en otras profesiones, cada uno ejerce libremente y trabaja con un método y un estilo determinados. Pues bien, al igual que en cualquier sector profesional, ¿cuántos trabajan con dedicación y responsabilidad? ¿Cuántos lo hacen única y exclusivamente por el dinero? ¿Cuántos deben responder ante sus jefes a criterios de rentabilidad inmediata en detrimento de una ética profesional?

A mi juicio el problema empieza aquí y, al igual que el deporte tiene su origen en lo lúdico, mucha gente inicia su carrera profesional en este ámbito con un ánimo también lúdico, lo que les lleva a la frivolidad y a la irresponsabilidad. En otros casos, los vendedores de humo convertidos en gurús, se encargan periódicamente de estafar vilmente a los que se dejan seducir por sus falsas promesas y métodos revolucionarios. Muchos de ellos emplean una fama, forjada en la ausencia de competencia en unos tiempos en los que no había más gente que se dedicara profesionalmente a lo mismo, que les hace merecedores del respeto y admiración de los neófitos y de los cándidos. También los hay que, basándose en sus resultados deportivos, acreditan una amplia experiencia, cuando no tiene nada que ver tener talento deportivo con prescribir ejercicio. Es más, la subjetividad del que fue talentoso es muy peligrosa cuando la mayoría de los que se ponen en sus manos no tienen ni la mitad de sus cualidades.

De los primeros no me asusto tanto porque, si no acaban abandonando, llegarán a ser mejores o peores profesionales, pero profesionales al fin y al cabo. Los que me dan miedo son los vendedores de humo, porque su falta de escrúpulos está bien protegida por creencias populares acerca de la capacidad física de las personas. Me explico. Pensamientos del estilo "si no lo hago mejor entrenando, es que no tengo calidad" o "si me lesiono, es porque es demasiado duro esto para mí".

Si alguien es verdaderamente inepto para una disciplina, el buen profesional sabrá asesorarle. Los pseudoprofesionales, en cambio, te darán constantes argumentos para que, al final, sea un problema tuyo. El problema más grave que me preocupa es que ciertas lesiones crónicas aparecen cuando ya han pasado años haciendo lo inapropiado entrenando y, mientras uno es joven, no se preocupa generalmente de la salud.