martes, 3 de noviembre de 2009

Falsas expectativas

Voy a tratar un tema que tiene más que ver con la psicología que con la biología del entrenamiento aunque, en cierto modo, el componente psicológico de este problema es subsidiario del biológico. Esta entrada, que seguro dejará inquietos a más de uno, está relacionada con una anterior en la que dábamos una serie de recomendaciones para quienes estaban valorando empezar a prepararse para opositar.

Hoy en día existen unas serie de transtornos de la personalidad, entre los que destaca el narcisismo, que son más frecuentes en la población de lo que lo pudieron ser en épocas pasadas. Este hecho ha llevado incluso a la reformulación de los criterios diagnósticos en los manuales de psiquiatría, dado que el criterio de normalidad posee un gran y constante dinamismo. El origen de esta tendencia se encuentra en los profundos cambios psicológicos, sociales y culturales de la denominada postmodernidad. El "todo vale" o relativismo, la ausencia o crisis de valores (tradicionales y modernos), la poca o nula capacidad de frustración y el hedonismo como fin último de la existencia vital, han llevado al ser humano "civilizado" a ser una caricatura de sí mismo en muchos casos.

Dicho esto, cada vez es más frecuente (es una cuestión estadística) la aspiración de muchos narcisistas a ser bomberos. Esto no es malo en sí mismo. Todo el mundo tiene derecho a tener un objetivo laboral en la vida, una ilusión. Probablemente, el prestigio social y el régimen laboral de esta profesión influyen en esta decisión. El quid de la cuestión está en que este tipo de personalidad genera una serie de conflictos que, si no son bien encauzados, pueden perjudicar a los que le rodean, entre los que están otros opositores y también los entrenadores. Los conflictos vienen acoplados al ego de estos sujetos, a su capacidad de ensoñación para auto-percibirse excesivamente capaces y, en los casos más extremos, a ser unos auténticos sociópatas a los que nos les importa ni nada ni nadie excepto su propio interés.

Como entrenador advierto de la necesidad de detectar a tiempo a estos sujetos ya que, si intentas hacerles ver la realidad que ellos se niegan a percibir, o simplemente tus juicios y criterios no coinciden con sus falsas espectativas, la tensión que esto les puede generar les llevará a intentar quitarte del medio (simbólicamente) descalificándote e injuriándote, lo que nunca es agradable como profesional. Lo mejor que se puede hacer en estos casos es evitar entrarles al juego, no dándoles en ningún caso replica alguna.

La parte que le toca al entrenador no deja de ser un mal menor que hay que asumir cuando se trabaja "de cara al público". Lo grave de estas situaciones llega cuando existen daños colaterales o perjuicios que pueden recibir el resto de opositores, si estás entrenando a un grupo, ya que estos sujetos pueden llegar a conseguir que muchos se queden por el camino, inculcándoles ideas pesimistas sobre sus verdaderas posibilidades que les llevan a abandonar o, en el mejor de los casos, cambiar de objetivos.