miércoles, 2 de enero de 2008

La carga de entrenamiento

A muchos les parecerá una perogrullada, no lo sé, pero es muy frecuente que, por las preguntas y razonamientos que hacen muchos opositores, parece que se interpreta que uno es capaz de rendir lo que entrena. Nada más lejos de la realidad, esto es una auténtica falacia y, probablemente, el origen de muchas lesiones y tiempo perdido.

Por partes. Son muchas las definiciones que hay de entrenamiento. Antes que recurrir a un autor, os propongo una muy sencilla. Definiremos entrenamiento como "el proceso para la obtención del rendimiento". En esta definición van implícitos dos conceptos. El primero el de sistema ordenado y coherente, es decir, la asunción de un plan premeditado. La segunda, la más obvia, para la consecución de un objetivo determinado.

Pues bien, la sistematización de las cargas de entrenamiento, dentro de ese plan organizado para llegar al rendimiento, tiene su fundamentación en dos principios biológicos que son irrefutables. Ese primer principio biológico es el Síndrome General de Adaptación y enuncia que, dado un estímulo estresante (ejercicio), éste provoca una reacción en el organismo según la cual, después de un periodo inicial de pérdida de rendimiento, éste se recupera progresivamente hasta superar el nivel inicial como resultado de esa respuesta adaptativa. El otro principio es la Ley del Umbral según la cual, la carga idónea de estrés (entrenamiento) está dentro de unos márgenes fuera de los cuales, o no hay estimulación (umbral inferior), o no se puede asimilar la carga por excesiva (umbral superior).

Conociendo la existencia de estos principios básicos, podeis intuir por qué, según qué persona y en qué momento, es mejor hacer tantas series, tantas repeticiones, tales ejercicios, tantas pausas de descanso, tantos días entre sesiones, etc. El caso es que un profesional correctamente formado pueda asesoraros para administrar la dosis necesaria en cada momento para llegar en las mejores condiciones al objetivo final.

Así que ya sabeis, es mejor poco y bien organizado que mucho. La clave esté en el cómo se organiza el entrenamiento, no en cúanto se hace.